Vivir trae consecuencias

 La frase es tan completa y perfecta que no hay nada que agregar, pero acá te dejo mi pensamiento.

La realidad es que todo lo que vamos haciendo (o no) tiene consecuencias. Estar vivos nos obliga justamente a eso! A vivir! A elegir! A equivocarnos y volver a elegir. A disfrutar y desear otra cosa. A cambiar. A terminar y a volver a empezar.

A veces la vida asusta (casi siempre diría yo). Y a veces nos sentimos confiados y avanzamos sin prestarle atención a nada más que a nuestro deseo. Pero a veces también, aunque tengamos claro el “destino” sabemos que el camino puede estar lleno de obstáculos, y ahí es donde el miedo te tienta para que te quedes plantado en el mismo lugar. Para que no avances. Para que dudes. Para que te quedes en la mediocridad de conformarte con lo “mínimo”.

Pero ¿sabés que? cuando la vida te tienta a poner tu atención en “las consecuencias”, en creer que no hay salida, que va a ser “difícil” o que parece casi “imposible”, en realidad te está probando. Está probando tu convicción, tus ganas y tu predisposición a crecer. Tus ganas de ser alguien que no fuiste hasta ayer y tu Fe en que al final del día todo se va a acomodar a tu favor.

Que sentido tendría que tengamos sueños y deseos si realmente fuesen “imposibles” de lograr? 

Vivir tiene consecuencias, claro esta. Pero no vivir, quedarte siempre en el mismo lugar (emocional y físico) también las tiene. Y esas consecuencias son más perjudiciales que las de animarse a vivir.

Feliz vida. 💙

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