¿Podemos hablar de la comparación?

Todos en algún momento, en mayor o en menor medida nos hemos comparado con otro. Todos hemos dudado de lo que veníamos haciendo en base a lo que vimos que otros “si” estaban logrando, siendo y consiguiendo.

La comparación es inevitable y en si no creo que sea ni “mala” ni “buena” en general. La comparación es “normal” y hasta diría “lógica” en un mundo donde la cantidad “pesa” más que la calidad (contactos, amigos, followers, likes, calorías).

Es cierto que en algunos casos la comparación nos impulsa y motiva generándonos un impulso momentáneo de felicidad y ganas. Pero en general la comparación nos deja sintiéndonos frustrados y desilusionados.

La comparación nos distrae. Nos quita la posibilidad de estar enfocados en lo que nosotros deseamos. La comparación nos arruina mentalmente porque nos hace sentir “menos” que el otro.

Compararnos no sólo nos distrae de nuestro camino, si no que además (en general) nos hace sentir emociones “negativas” sobre aquellos con los que nos comparamos. Inevitablemente entramos en el laberinto mental de suponer que sabemos cómo fue que esa persona logró eso que nosotros aún no logramos y nos pasamos varias horas del día (hasta sin darnos cuenta) yendo de una hipótesis a la otra, de un pensamiento de porqueria a otro. Pasamos de la frustración a la culpa a la ansiedad en minutos y sin saber por qué. Y la única realidad es que no tenemos ni la más p#t@ idea de que fue lo que el otro tuvo que pasar o atravesar para llegar a donde llegó.

Por eso, hoy, si entras en la comparación, que sea con VOS MISMO. Con todo lo que lograste en este año. Con todo lo bueno que si paso y si pudiste. Con todas las pequeñas batallas que fuiste ganando en el día a día.

No dejes que lo que supones del otro haga que pierdas de vista tu propio objetivo.

Vos sos responsable de tu vida y si vos la descuidas por mirar lo del otro, lamento decirte que no hay nadie más a quien “culpar” que a vos mismo.

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