No se comenta: el plato ajeno, el cuerpo ajeno, la vida ajena

 No sé bien por que parecería que todos nos creemos con derecho para opinar (sin que nos pregunten) sobre la vida del otro, sobre lo que el otro está haciendo... Por alguna razón que desconozco, nos embalamos en discursos que en general arrancan con algo como “yo te lo digo por tu bien” o “te lo digo porque te quiero” o algo como “es con cariño eh...” y ahí le damos sin frenar... opinamos y decimos y hablamos sobre la vida del otro como si supiésemos lo que el otro necesita.

Bueno hoy domingo, quiero recordarte que no tenes derecho a opinar sobre la vida de los demás SALVO que la otra persona te pida tu opinión.

Aunque CREAS conocer al otro (sea quien sea: tu mejor amig@, tu hij@, tu herman@, prim@,etc) la realidad es que NO sabes qué es lo que el otro está atravesando realmente. No sabés qué es lo que el otro siente y piensa y entonces, opinar al azar, es una falta de respeto a la otra persona.

Salvo que te pregunten cuál es tu opinión, no hace falta (ni corresponde) que opines sobre la vida de otra persona. Ni sobre lo que esa persona come o no come (y acá léeme bien: no hablo de ignorar al otro si es evidente que el otro tiene un tema particular con la comida) ni sobre el cuerpo de la otra persona y mucho menos, se debe opinar sobre la vida de la otra persona.

En lugar de OPINAR, y dar instrucciones sobre lo que el otro debería hacer según tu criterio (que claramente no aplica porque es la vida del otro), empecemos a preguntar con intención de escuchar. Empecemos a sentarnos a charlar y a conocernos. Empecemos a preguntar más sobre proyectos, e ideas que nos enciendan el alma, aunque no las entendamos. Hablemos de lo que si nos hace bien y respetemos la vida y las elecciones del otro, aunque vayan en contra de las tuyas.

Nunca sabes qué es lo que está viviendo el otro en la privacidad de su casa. Nunca sabés con qué “demonios” está luchando la otra persona.

Para demostrar amor no hace falta meter tu nariz en lo que nadie te pregunto. Para amar al otro hay que saber respetarlo.