Fijar objetivos es el primer paso para transformar lo invisible en visible
Post que parece obvio, pero no lo es.
Muchas veces, hasta que no nos animamos a ponernos objetivos, pequeñas metas, no podemos ver el camino. (Y cuando te hablo de fijar objetivos, hablo de pequeños, mínimos, minimisimos objetivos. Pasitos de hormiga si queres. )
Muchas veces lo que nos desespera es el caos y el desorden mental con el que estamos acostumbrados a vivir y en medio de tanta confusión se nos hace casi imposible poder organizarnos y empezar por lo que “corresponde” empezar.
Y es ahí donde entramos en ese auto boicot inconsciente que nos lleva a la frustración asegurada.
Es ahí donde pretendemos pasar de “la nada misma” al “todo ilógico”. Vos sabes de lo que hablo: querer pasar de no caminar ni dos cuadras a querer correr 10k en un mes, o de no haber ido a entrenar en tu vida a pretender ir seis veces por semana, o de no estar contento con tu trabajo a pretender renunciar, y crear un emprendimiento personal que te convierta en millonario en dos meses. Esos “todos” ilógicos que de entrada sabes que no vas a cumplirte.
Y acá léeme bien: poner objetivos no significa necesariamente saber CÓMO vas a conseguir lo que queres conseguir.
Poner objetivos es más un trabajo de animarse a ir por lo que uno desea.
Es un tema de valentía y coraje.
De empezar a salir de donde estás, sabiendo que aún falta mucho por recorrer y decidir que lo vas a hacer igual. Porque lo que más asusta, no es la posibilidad de que todo salga mal”... lo que en verdad asusta es que todo “salga bien” y entonces tengas (de una buena vez) que empezar a vivir la vida que siempre soñaste.
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