Si lo que duele es el recuerdo, habrá que cambiarle el tono a la historia que nos contamos

 No se trata de mentirnos.

Ni de inventar una historia que no fué. Se trata de darnos permiso para realmente cambiar la forma en la que nos acordamos de la historia que nos repetimos. Porque al fin y al cabo, los recuerdos que tenemos no son más que recortes de una “realidad” que recreamos en nuestra mente y que es totalmente subjetiva.
Si nos damos permiso para cambiarle el tono a lo que nos contamos, tal vez deje de doler tanto y podamos así, avanzar pero con amor y gratitud hacia la persona que éramos ahí. Porque más allá de la historia en sí, lo que duele es lo que nuestro “yo del pasado” sintió.
Cambiémosle el tono a los recuerdos y empecemos a ser quienes realmente merecemos ser.

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