Tengo miedo pero le echo ganas

 Échale muchas ganas.

Porque la verdad es que hay veces donde hay que seguir caminando incluso cuando se tiene miedo.
Hay veces donde hay que hacer, y avanzar, y otras donde hay que dejar de hacer y simplemente frenar, aunque se sienta miedo.
Aunque se dude. Y aunque nada ni nadie pueda asegurarnos el resultado.
Hay veces donde hay que jugársela con miedo porque no hay certezas, ni garantías. Y hay veces donde el miedo es inmenso y aterra, pero incluso en esos momentos, hay que meterle ganas y sobre todo, hay que meterle amor.
Porque el amor es lo que nos sostiene cuando no queda nada, ni nadie más. El amor es lo que nos sostiene cuando el miedo parece mas fuerte que todo y que todos y cuando nadie más cree, es el amor el que nos salva.
Y el amor por sobre todo, es lo que impulsa a los valientes a seguir caminando cuando el camino se vuelve oscuro.
Porque la única diferencia entre los valientes y los cobardes es que los valientes sienten el mismo miedo que los cobardes, pero en medio del terror absoluto, se animan a sentir mucho más amor.

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