Que quieras cambiar algo no te asegura que estés listo para cambiarlo

 Que haya cosas para cambiar en tu vida no te asegura que estés listo para embarcarte en el proceso de cambio.

Porque para cambiar incluso esas cosas que nos duelen, molestan y limitan, hay que decidir que uno está dispuesto y preparado para el proceso que cambiar cualquier cosa requiere.
Pensalo así: seguramente en tu vida alguna vez se rompió algo material: algo de tu bici, o tu auto, algo de tu casa como una lamparita o un electrodoméstico. Y desde el momento en el que te diste cuenta que eso no funcionaba bien (o no funcionaba más) hasta el momento donde efectivamente lo pudiste arreglar/cambiar, seguramente haya pasado algún tiempo.
Bueno... en la vida personal y emocional pasa exactamente lo mismo. Desde el momento en el que somos conscientes de que hay cosas que ya no queremos seguir viviendo o repitiendo, hasta el momento en el que efectivamente estamos listos para empezar a modificarlo; necesitamos tiempo.
Tiempo para sentirnos incómodos, tiempo para probar técnicas y herramientas que no van a funcionar. Tiempo para sentirnos vulnerables y cansados. Tiempo para darnos permiso de cambiar.
Y ojo: con esto no quiero decir que si hace veinte años que estás intentando cambiar algo tal vez no lo hayas podido cambiar solamente porque no era tu momento (a veces es simplemente mediocridad de no animarnos).
Pero si quiero invitarte a que pienses de todo eso que “queres” cambiar, cuantas cosas realmente estás dispuesto a empezar a cambiar.
A veces, querer algo, no es lo mismo que tener ganas de trabajar para cambiarlo. Y eso está bien.
Siempre y cuando te hagas cargo de que eso no cambia pura y exclusivamente porque no estás listo.
Hacernos responsables nos hace más conscientes. Y cuando somos conscientes podemos elegir mejor y en definitiva, podemos ser más felices.
Porque no hay peor cosa que mentirse a uno mismo y andar echando culpas por ahí.
Tu felicidad, siempre, siempre depende de vos.

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