A veces, es el mismísimo diablo el que nos ayuda a salir del infierno

 A veces, lo que más miedo nos da que nos pase, nos termina pasando y entonces, ahí, sentimos que nos enfrentamos al mismísimo “diablo”.

Y léeme bien: por Diablo me refiero a todas esas cosas a las que les “tenemos miedo” o sobre las cuales tenemos mil millones de pre conceptos e ideas y que si nos diesen a elegir, definitivamente no elegiríamos vivir.
Y no las elegiríamos simplemente porque tal vez nos sentimos incapaces. O simplemente porque creemos que terminaríamos “rotos”. Vacíos, y Solos. Absolutamente solos.
Y sin embargo, a veces, lo que en nuestra mente nos iba a romper, en la vida real termina haciéndonos más fuertes que nunca. Más valientes que nunca.
Más honestos que nunca.
Más nosotros mismos que nunca.
A veces, es el mismo “diablo”, los mismos fantasmas y los mismos terrores, los que nos vienen a sacar de donde ya no pertenecemos, de ese “infierno interno” en el que a veces nos metemos por ignorancia, por negación. Por frustración. O en el que a veces nos quedamos solamente por costumbre.
A veces, es el mismo “diablo” el que nos empuja fuera del “infierno”. Es el mismo miedo el que nos empuja a salir de esa forma de ser que ya nos queda chica.
Porque, lo que más miedo nos da, es lo que en verdad nos enciende el fuego interno.
A veces, no es el miedo el que nos mantiene prisioneros, sino nuestra propia ceguera. Nuestro propio límite mental a todo lo que podemos llegar a ser, cuando nos demos permiso.
A veces, hay que simplemente darle la mano a los miedos y dejarse llevar.
Pero y después? Después vemos.
Tal vez no estemos más donde pensábamos que íbamos a estar, sino en un lugar mucho mejor y entonces los miedos se hayan transformado en motivos para confiar más en nosotros mismos.

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