Irse a tiempo es llegar bien a otro lado

 Saber irse de un lugar (situación, relación, experiencia) a tiempo es cuestión de sabiduría y de conexión con uno mismo. Es cuestión de saber preguntarse y escucharse. De conectar con el alma y lo que el corazón pide (aunque la mente no lo entienda).

Saber cuando moverse y cuando quedarse no es fácil porque la mente y la ansiedad muchas veces nos juegan en contra y otras, el miedo y la incertidumbre no nos dejan pensar con claridad.
Pero tené en cuenta algo: irse a tiempo, aunque duela, aunque cueste y aunque dé miedo, siempre implica llegar bien (parado, preparado, predispuesto) al próximo destino. A la próxima aventura.
Saber cuando moverse es parte del crecimiento. Es parte de la evolución.
De la misma manera que quedarse es parte del aprendizaje y muchas veces, hasta que el aprendizaje no termina, no es tiempo de irse.
Por eso, sabé que para irte (y para quedarte) vas a tener que tenerte paciencia y sobre todo, mucho amor.
Porque nadie te apura. Nadie te exige que te vayas o te muevas. Todo depende de vos y de tus tiempos, que no son los de nadie más que los de tu propio camino.
Y pero mientras decido si me voy o me quedo?
Mientras decidís, deja de intentar pensarlo todo tanto y anímate a sentir. Tal vez y solo tal vez, una vez que te animes a sentir, no necesites decidir nada y todo se acomode para que salgas a la próxima aventura, cuando el Universo haya terminado de acomodar todas esas piezas que vos hoy no sabes dónde poner.

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