Lo que dolió y no nos hundió se celebra el doble

 Todo lo que nos dolió y “no nos hundió”, nos hizo más fuertes. Más resilientes. Más honestos. Todo eso nos enseñó que podemos más, que somos más y que merecemos más.

Todo lo que nos marcó, nos enfrentó a una parte nuestra que tal vez desconocíamos, y todo lo que nos atravesó y nos desordenó, nos mostró dónde todavía teníamos que trabajar, resolver y sanar.
Todo lo que dolió pero “no nos hundió”, nos enseñó a tenernos paciencia y compasión y amor y respeto.
Todo lo que dolió, nos dió permiso para aprender.
Y por eso, entre todas las cosas que tenemos para celebrar, no nos olvidemos de celebrar también, todas esas situaciones, relaciones ,personas, charlas, palabras, proyectos y amistades que nos dolieron.
Porque donde dolió pero se siguió con amor, hay crecimiento.
Y el crecimiento siempre merece el doble de celebración porque para crecer, se necesita valor y no cualquiera quiere ser verdaderamente valiente.
- Pero... ¿ y si lo que dolió sigue doliendo aún hoy?
- Bueno, si todavía hoy sigue doliendo, tenete paciencia. Hay dolores que traen aprendizajes inmensos y entonces necesitan un poco más de tiempo para dejar de doler.
Pero una vez que esos aprendizajes dejan de doler... la enseñanza se transforma en potencial y ahí ... ahí si te juro que no te detiene nada.

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