Bienvenido el temblor que me recuerda que antes de morir hay que vivir

 Cualquiera sea el temblor que estes viviendo ahora, te aseguro que vino a recordarte. A despertarte. A enseñarte.

Porque eso hacen los temblores: nos sacuden para que no nos olvidemos de que aunque todos vayamos a morir, lo que más importa en verdad es lo que hacemos mientras estamos acá, vivos y respirando.
Sé que suena cursi pero la vida es un poco eso, temblores que nos sacuden y cosas que se derrumban y planes que fallan y cosas que duelen. Pero los temblores también son formas de aferrarnos más a lo que ya teníamos, a lo que ya éramos. Los temblores son amores que no te sueltan y nuevas aventuras que no tienen garantías pero tampoco dudas.
Los temblores también son lecciones frente a las que te pone la vida para preguntarte qué tanto estás dispuesto a arriesgar con tal de sentirte vivo. Plenamente vivo y orgulloso de ser quien estás siendo. Porque nunca se trata de lo que podes conseguir y hacer, sino de tu transformación personal en ese proceso. Siempre se trata de quien estás siendo en medio de la revolución y metamorfosis.
Mi temblor más grande llego sin que lo vea venir (como todos los temblores) y aunque me hizo sentir mucho mucho miedo y mucho pero mucho dolor, me mostró que a veces, (y aunque no lo podamos entender del todo ) hay cosas que cambian, mutan y se transforman no porque no sean “buenas”, sino porque del otro lado de la incertidumbre y el “deber ser” hay algo inmenso esperándote.
Te deseo que la vida te haga temblar para recordarte que antes de morir hay que sentirse vivo. Te deseo que aunque mueras de miedo, siempre vivas con coraje.
Te deseo que la vida te regale temblores que te ayuden a mirarte y a entender que ya sos todo lo que necesitas y que las aventuras te están esperando ahí porque la vida siempre conspira a tu favor.
Eso te deseo.
Que siempre puedas sentirte vivo. Porque al fin y al cabo para eso estamos acà: para evolucionar y transformarnos. Para aprender y para ser mejores de lo que fuimos ayer. Para temblar de miedo y para llenarnos de valentía.
Felices los temblores que nos enseñan a disfrutar de todo lo que sí.

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