Que la revolución sea interna

 Las revoluciones siempre empiezan en uno.

Y son esas, las revoluciones que nos cambian las formas de ver, interpretar y pensar el mundo; las que nos hacen crecer y evolucionar.
Porque cuando el cambio no es interno, nada cambia “ahí afuera” y cuando todo cambia “ahí afuera” y vos seguís intentando resistirte, es cuando aparece el sufrimiento de saber que te estás limitando.
Vinimos a este mundo a evolucionar, a crecer y a aprender todo lo que en otras vidas no aprendimos. Y la forma de aprender es a través de lo que vamos viviendo. Por eso es importante que lo que nos pasa, no se nos pase de largo.
Porque ahí, en medio de la revolución interna, en medio del caos, del dolor y de la incertidumbre, es dónde se esconde el aprendizaje que tu alma (y léeme bien: es tu alma la que vino a evolucionar, no tu ego).
Y cuando nos animamos a vivir el aprendizaje, es cuando la vida se abre y nos regala más de lo que jamás pudimos haber imaginado.
Vinimos a ser inmensos.
Vinimos a revolucionarnos la existencia.

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