Todo es perfecto

 Si pudiéramos corrernos de la polaridad en la que vivimos donde todo el tiempo estamos evaluando si lo que nos pasa es “bueno” o “malo” podríamos tal vez entender que todo lo que pasa es “perfecto”

Perfecto para la evolución de nuestra alma. Perfecto para nuestro crecimiento y perfecto para el plan Maestro que guía nuestras vidas.
Todo lo que pasa es perfecto. Aún cuando duela. Cuando incomode. Cuando sea duro y difícil. Todo es perfecto aunque nos cueste entenderlo.
Las personas que nos cruzamos y casi ni miramos y las personas que elegimos. Los lugares a los que vamos y los lugares a los que llegamos sin saber que íbamos. Los amores que amamos y los que sin querer se nos aparecen para revolucionarnos la existencia. Todo es perfecto.
La discusión que no queríamos tener y la conversación que deseábamos pero no iniciábamos. Los proyectos que salieron y los que quedaron en un cajón. Lo que ganamos y lo que creemos que perdimos. La relación que terminó, y la que nunca empezó. Los amigos que están y los que hoy no te acompañan. Todo es perfecto.
Y es perfecto simplemente porque en el universo no hay errores. En el universo hay aprendizajes y enseñanzas pero no errores.
Y si pudiésemos entender que la vida siempre está conspirando a nuestro favor, podríamos ver que todo es en verdad, malditamente perfecto para nuestra evolución. Todo.

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