No todo lo que se enfrenta se puede cambiar. Pero nada se puede cambiar si no se enfrenta

 Y es que a veces, aunque sepamos que tenemos que enfrentarnos a algo, preferimos evitarlo. Posponerlo hasta otro día donde nos sintamos más listos. Más preparados. Más valientes.

Posponemos lo que sabemos que tenemos que afrontar porque nos sentimos incapaces, o demasiado pequeños frente a lo que parece ser inmenso e imposible.
Posponemos cosas simples, y cosas complejas. Cosas que no parecen tener consecuencias y cosas que sabemos se convertirán en un tremendo dolor de cabeza en el futuro y aún así, a veces, elegimos no enfrentar. No accionar. No cambiar.
Y ojo porque elegir no afrontar lo que se sabe que se debe afrontar, es una experiencia que exige mucha convicción. Mucha paciencia y mucha claridad.
Pero también sabemos que todo eso que deseamos que sea diferente, solo puede cambiar cuando lo miramos.
Cuando nos hacemos cargo. Cuando lo atravesamos temblando de miedo y de orgullo y cuando entendemos que sin importar el resultado, lo que en verdad nos cambia, es la experiencia. La vivencia. La anécdota.
Y es ahí, cuando entendemos que el poder de cambiar nuestra vida, nuestro destino, nuestro futuro, radica en enfrentar aquello que venimos ignorando, que podemos armarnos de todo el coraje que no encontramos antes y nos disponemos a salir a la aventura de enfrentarnos a nosotros mismos.
Y es ahí, en medio de la metamorfosis interna que entendemos que ser valientes, es en verdad saber esperarnos y acompañarnos en la incomodidad que vive entre lo que “ya no es” y lo que todavía no podemos ni siquiera imaginar.
Que siempre podamos ser valientes y sostenernos entre eso que enfrentamos para cambiar, y lo que nos cambió cuando lo enfrentamos ❤️‍🔥

Comments

Popular Posts