Las cosas no pasan cuando uno quiere. Las cosas pasan cuando uno está listo para vivirlas

 ¿Sabían que en la vida siempre hay dos formas de hacer las cosas? Una forma es “en modo zombie”: es decir, sin consciencia. Sin detenerte a pensar si existe una mínima coherencia entre lo que estás pensando, lo que estás sintiendo, lo que estás haciendo en el día a día… ese modo suele ser más rápido que el otro porque básicamente dejas que la mente guíe todo el proceso. En este modo, la mente se alía con el ego y su tremenda capacidad de imaginar futuros catastróficos y juntos se encargan de desordenar la mente y así te consumen la Paz que pensabas ibas a a sentir si te animabas a ese proceso.

Y si bien este proceso es más “rápido”, lo que nadie te dice es que todas las emociones que vas a ignorar en ese “modo”, te van a pasar factura una vez que el proceso haya terminado y te van a aplastar con una intensidad difícil de explicar.
Y después, existe la otra forma. La forma “consciente”. La forma presente. Esta manera de atravesar procesos personales, es un poco más lenta porque te pide que vayas chequeando todo el tiempo, si tu mente, tu corazón, tu cuerpo y tus sentimientos van alineados con el plan del alma. Con la evolución que te enamoró y el presente del que no tenes prisa de escapar porque entendes que aunque por momentos te resulte incómodo es todo lo que necesitas para evolucionar y dar el salto cuántico que te espera adelante.
A mi me encantan esos procesos. Los conscientes. Los reales. Esos procesos me encienden el alma. Esos procesos donde en una misma sesión se conjuga la voracidad del ego queriendo ganar la batalla con rigidez y la suavidad del alma hablando bajito. Esos procesos de vulnerabilidad y potencia son los que me gusta acompañar. Porque la verdadera Libertad nunca está en lo que se “hace” sino en quien uno se convierte en el camino a esa Libertad.
Gracias a todos los que me dejan ser parte de sus procesos de evolución ❤️‍🔥

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