Las revoluciones empiezan siempre en el alma

Las revoluciones empiezan siempre en el alma

En los susurros de lo que no nos animamos a poner en palabras. En lo que no decimos pero sentimo. Las revoluciones empiezan en los proyectos que parecen inalcanzables, y en las ideas descabelladas. En los “que pasaría si…?” ¿Y en los “te imaginas…?” que nos llenan de intriga y nos cuestionan los límites. 

Las revoluciones empiezan como un fueguito chiquito que da un poquito de calor en medio de una noche de desvelo. Son tan pequeños esos fueguitos al principio que es fácil ignorarlos, es fácil ningunearlos y a veces, cuando no los estamos mirando, y nadie los está cuidando, viene el viento y los apaga. Y los olvidamos o simplemente nos resignamos a perderlos entre la multitud de fuegos que fueron descuidados y ahora ya no son más que cenizas.

Es por esto, que es muy importante que la mente aprenda a cuidar los fuegos que el alma sabe que van a traer revolución y expansión. Y tan importante como entrenar a la mente, es rodearse de personas que cuando te cansas de avivar y alimentar ese fuego, en lugar de mirar para otro lado, se encarguen de mantener la llama viva hasta que vos puedas volver. 

Esas personas son las que necesitamos cuidar y atesorar, porque son ellas las que nos mantienen a flote cuando los brazos nos pesan y el mundo parece estar en nuestro contra. Las revoluciones empiezan en el alma y se mudan al corazón para recordarte con cada latido que hay un fuego en vos.

Por eso es que las revoluciones, las verdaderas revoluciones, las que traen cambios y crecimiento, expansión y amor, son de adentro hacia afuera. Del alma al corazón. Y si te rodeas de revolucionarios que se animan al calor del fuego y te alientan a seguir, no te queda otra que dejar de tenerte miedo y lanzarte al fuego de tu propia alma.

Felices los que se animan a cuidar fuegos que traen revoluciones.
Felices los que no tienen miedo de prenderse fuego y mucho menos de ser el fuego.

Comments

Popular Posts