¿Qué sentis?
Preguntarte qué sentís no es lo mismo que saber lo que pensas.
Esto es obvio en la teoría, pero en la práctica cuesta una banda preguntarse lo que uno SIENTE REALMENTE frente a una situación o a una persona determinada.
Y sabes por qué cuesta una banda? Porque una vez que te das cuenta lo que sentís (o cómo te sentís) no hay vuelta atrás. Una vez que sabes, no podes mentirte más. Sin importar la cantidad de pensamientos racionales que trates de meterle encima, lo que se siente no se puede ignorar.
Por el contrario, lo que se piensa, se puede manipular. Se puede volver a pensar y se puede llenar de excusas o justificaciones.
Pero lo que se siente, se siente. Y no miente.
Preguntarte qué sentís da miedo porque a veces uno siente cosas que cree que “está mal sentir” (odio, envidia, rencor, etc) pero sentir trae claridad sin importar la emoción.
Si en lugar de ir por la vida preguntándonos qué pensamos, empezáramos a preguntarnos también qué sentimos, la cosa sería diferente.
Si en lugar de preguntarle al otro “qué estás pensando?” Le preguntáramos “qué estás sintiendo?”, cambiaríamos nuestras relaciones. Con los demás, y con nosotros mismos.
Y sabés porque? Porque hay que tener huevos para preguntar “que sentís?” Pero mas huevos hay que tener para escuchar la respuesta.
Feliz vida de sentimientos 💙
Comments
Post a Comment