Lo que resistes persiste
Resistirse a algo, es lo que muchas veces nos complica el camino.
Hace unas semanas me dijeron “dejá de resistirte”. Algo tan simple, tan obvio y tan difícil de aplicar a la vez.
Esa frase me dejó pensando en la cantidad de veces al día, a la semana, al mes que nos resistimos a cosas: y acá esta la trampa porque resistirse no necesariamente es negarse o decir “no”.
Resistirse es tensar. Es negarse energéticamente. Es querer o pretender cambiar cosas que no siempre depende de uno cambiar. Resistirse es negarse a la posibilidad de que si esto está pasando, es para algo. Resistirse es poner la energía en quejarse y cuestionar lo que estoy viviendo en lugar de darme permiso para vivir esa experiencia confiando en que trae una enseñanza.
Y como las fuerzas del universo funcionan con una exactitud mágica, todo eso a lo que nos resistimos, persiste. Se queda. Perdura en el tiempo. Como si el Universo nos dijese “hasta que no aprendas a vivir en la incomodidad del cambio, no hay nada más que tengas que hacer”. Y léeme bien: porque lo contrario a resistirse no es el conformismo y el aceptar todo sin cuestionarlo o sin desear cambiarlo.
Lo contrario a resistirse es aprender a experimentar. Aprender a “surfear la ola” y darnos permiso para sentirnos incómodos. Para aceptar que aunque no estemos viviendo exactamente lo que esperábamos vivir, tal vez podamos disfrutar, desde otro lugar. Dejar de resistir es confiar en que esa incomodidad, esta ahí para algo. Para aprender, crecer y evolucionar.
Todos nos resistimos a cosas. Y es parte del aprendizaje y la evolución.
Hoy, te invito a pensar en todo lo que estás resistiendo. Y una vez que seas consciente de todo eso...listo, no hagas nada más.
No intentes cambiarlo, justificarlo, ignorarlo... quédate ahí. En la incomodidad de saber que para dejar de resistir, primero hay que saber qué es lo que uno está resistiendo.
Y después? Después no se. Tal vez ya no lo resistas.
Comments
Post a Comment