Todo caos tiene fecha de vencimiento
Todo en la vida es cíclico y tiene etapas. A veces todo parece ir “viento en popa” y otras veces todo parece irse al carajo en un abrir y cerrar de ojos.
Ya sea a nivel mundial o a nivel personal, el caos siempre viene a desordenar para ordenarnos en otro lugar. De otra forma. Con otras ideas y otras oportunidades.
No resistirse el cambio y zafar de entrar en la desesperación e incertidumbre que traen los cambios es difícil y a veces uno siente que todo el esfuerzo no sirve para nada y solo queda resignarse.
El caos además de desordenado es mágico porque nos obliga a crecer y evolucionar. Y al mismo tiempo a veces nos hace sentir que lo que nos está pasando es demasiado y nos quita la esperanza y las ganas. Nos sensibiliza y es ahí, donde podemos encontrar la resiliencia que necesitamos para mejorar.
Mientras atravesamos el caos, la mejor opción es aceptar que a veces las cosas no salen como lo planeamos. Y léeme bien: esto que te digo ya se que es un plomo porque renunciar a lo que uno imaginó es una de las cosas más difíciles de hacer. Pero cuando podemos ir transitando el caos un día a la vez, haciendo simplemente lo que podemos y está a nuestro alcance sin pretender resolver todo al mismo tiempo, a veces las soluciones llegan sin que las busquemos. Cuando nos rendimos al poder “universal” del desorden es que las cosas fluyen mejor.
En momentos de caos, recordemos que la única verdad es que siempre, después del caos, hay algo mejor del otro lado.
Siempre hay algo que aunque tal vez no esperabas o imaginabas, es mejor de lo que planeabas.
Inclusive en los peores momentos, recordá que el caos también tiene fecha de vencimiento.
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